Mon vino a nuestra consulta con un episodio agudo de vómitos y anorexia. Tras completar el protocolo diagnóstico, que incluye análisis de sangre y orina, cultivo de orina, ecografía y radiografía abdominal, vimos que presentaba una obstrucción ureteral (tenía un cálculo en un uréter, que es la vía que comunica el riñon con la vejiga de la orina) y fallo renal agudo secundario.
La técnica de elección en estos casos es la ureterotomía (hacer una incisión en el uréter y extraer el cálculo), sin embargo, tras realizar un TAC, comprobamos que los uréteres presentaban fibrosis, por lo que debíamos recurrir a otra técnica. Nuestro departamento de cirugía decidió colocar un SUB, un dispositivo que crea una nueva comunicación entre el riñón y la vejiga (bypass), permitiendo un flujo de orina normal

La obstrucción ureteral es una patología que se presenta con relativa frecuencia en los gatos. Los pacientes que tienen predisposición a formar cálculos en los riñones (se trata de una predisposición individual, al igual que en medicina humana), no suelen mostrar sintomatología durante un primer cuadro (un cálculo formado en el riñón sale del mismo y se queda "encajado" en el uréter, que en el gato tiene un diámetro de apenas 4mm de media), ya que el riñón sano asume la función del riñon obstruido.
Sin embargo, ese primer cuadro provoca en la mayor parte de los casos una degeneración del riñon que sufre la obstrucción. En el caso de que ocurra una segunda vez, el riñón "sano" ya no está realmente sano, y es entonces cuando vemos los síntomas: anorexia, decaimiento, vómitos o ingesta de grandes cantidades de agua. Desgraciadamente, cuando vemos estos cuadros en consulta, la funcionalidad renal se encuentra notablemente deteriorada.
Es por esto que una vez más, en el caso del gato, las revisiones periódicas preventivas son fundamentales para detectar y tratar patologías incipientes, y de esta forma ofrecer a nuestros pacientes una mejor calidad de vida.
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